sábado, 3 de enero de 2009

LA GATA MARUJA


Maruja nació en la pequeña tienda de alfombras que el viejo y sabio Saambrouka tiene en el zoco de los cordeleros de Marrakech.
Maruja es rubia como la cerveza, o como el trigo, o como la arena del desierto al atardecer y la conocí una mañana de sol en que acompañé a unos amigos a comprar alfombras voladoras al zoco.
Mientras saboreábamos el the verde que Saambrouka había preparado en medio de ritos y parsimonia, de pronto aparecieron unos gatitos minúsculos de entre un montón de alfombras multicolores. De los cuatro, todos de oro, había una con cinco pequitas negras en la naricilla y sin pensarlo, sabiendo que me estaba destinada, le pregunté a su dueño por cuanto me la vendería, fiel a la regla sagrada de los zocos: primero preguntar, luego discutir. Pero Maruja, como todas las reinas, esta lo sería mas tarde de mi casa, no tenía precio. Saambrouka , como la mayoría de la gente de esta ciudad roja, es un enamorado de los gatos, según nos fue informando mientras desdoblaba mantas, tapices, alfombras y kilins del desierto y aquellos gatitos, medio ciegos aún, eran bienvenidos a su tienda, inshaalah.
Fueron necesarias dos visitas mas, largas horas de conversación en las que aquel patriarca respetado del zoco, siempre sonriente, ceremonioso, flaco como una sombra, sin dientes, de chilaba blanca y babuchas amarillas, me fue instruyendo en el antiguo arte del bien preparar el the marroquí, en las calidades de las lanas y las sedas de sus alfombras, me fue contando el historial de sus amados gatos, que eran muchos... para que se convenciera de que mi amor por aquella cosita rubia, que para entonces ya dormía sobre mis piernas, si no superaba al suyo, le quedaba muy cerca.
Acordamos que podría llevármela cuando su madre la destetara, un mes mas tarde, aproximadamente y me dediqué a contar los días que faltaban para que viniera a hacerme compañía al precioso riad que recién habitaba desde hacía escasos meses y que ha sido la casa mas hermosa que he tenido nunca, en medio de la med ina de Marrakech, cerca del Palacio de La Favorita, una casa hecha al tiempo que el mismo palacio y con decoraciones en techos y paredes iguales a las que decoran ese edificio majestuoso que todos los turistas van a visitar.
No en vano mi casa fue, originariamente, la residencia de un bacha, un hombre noble empleado del palacio del visir.
Un hombre que tuvo dos mujeres, cuyas habitaciones estaban abiertas por sendos arcos de filigrana de estuco, a una espaciosa sala coronada con una cúpula de madera policromada de siete metros de altura, a la que se accedía directamente desde la puerta de entrada, preservando así la intimidad del personaje .
Esta era la casa que aguardaba a mi gata Maruja, digna de una reina, pero....

No hay comentarios: